Hace aproximadamente un año y medio mi padre empezó a sufrir comportamientos inesperados. Antes de empezar a comentar esos comportamientos, hay que decir que mi padre tiene actualmente 73 años, y siempre ha gozado de una buena salud, a pesar de los achaques de la edad. Digo esto porque hasta hace alrededor de dos años mi padre se encargaba de recoger a mis hijos del colegio, llevarlos a jugar y hacía todas las tareas que por trabajo ni mi mujer ni yo podíamos realizar.
Pero poco a poco mi padre fue olvidando cosas que antes me las recordaba siempre, como aquella vez que me metí bañé con traje en la boda de mi tía; empezó a acudir a casas a horas que no eran comunes para él, o bien porque era ya entrada la noche, o demasiado temprano; sufría problemas de desorientación, que al principio lo achacábamos a la edad, pero luego fueron siendo más graves, hasta el punto de que se perdió en nuestro barrio.
Podría seguir contando más comportamientos inesperados, pero sin duda se puede observar que lo que le ocurría se salía de lo habitual. Cuando fuimos al médico a comentar la situación a nuestro médico de cabecera, nos dio una noticia que no esperábamos. Mi padre tenía demencia senil.
La demencia no es una enfermedad
Brevemente expondré porqué la demencia senil no es una enfermedad. La demencia senil representa un conjunto de indicios que afectan a la memoria, el pensamiento y las habilidades sociales, de manera que llega a ser un impedimento para el desarrollo normal de la persona que sufre demencia senil. Normalmente la demencia senil afecta a la pérdida de memoria y a la incapacidad de realizar tareas habituales, y la probabilidad de desarrollarla aumenta de los 65 a los 90 años aproximadamente. Implica un daño de las células nerviosas del cerebro, y los efectos dependen de cada persona.
Después del diagnóstico del médico, decidimos acoger a mi padre en nuestra casa, ya que pensamos que era la mejor opción para que, por un lado, estuviera controlado, y por otro pudiéramos ayudarle a realizar los ejercicios aconsejados por el médico. Estos ejercicios son variados, y sirven para estimular el desarrollo cerebral. Al principio de esta etapa intentamos contribuir todos en la casa, pero las situaciones de nuestra familia, hacían que en ocasiones fuese muy difícil ayudar de la manera recomendada a mi padre. Y yo, personalmente quiero dignidad para mi padre en estos momentos, ya que es cuando más la necesita. Al fin y al cabo, la tarea del cuidador es fundamental, aquí os dejo unos consejos sobre esto.
Debido a que en casa no podíamos procurarle todos los cuidados y servicios que mi padre necesitaba, nos enfrentamos ante la idea de buscar los servicios de una residencia especializada en ancianos con demencia senil. Al principio esta idea nos preocupaba, ya que encontrar a una residencia que sea responsable y profesional es muy complicado.
Tras una larga búsqueda elegimos la Residencia Benviure. Esta decisión no fue aleatoria, elegimos a Benviure porque están especializados en el tratamiento de la demencia senil. Está ubicada en Barcelona, y a nosotros nos queda muy cerca. Estamos muy contentos, y realmente veo que la dignidad de mi padre está intacta. El tratamiento es excelente, tienen un horario de visitas muy amplio que encaja perfectamente con los horarios escolares y laborales, poseen una clínica integrada, dan atención a toda mi familia para ayudar a tratar de hacer mejor la vida de mi padre…
En definitiva, lo que antes era un problema, ahora ha quedado solucionado gracias los profesionales de Benviure, todo su trabajo lo veo reflejado en mi padre, en quien noto que las terapias de rehabilitación hacen efecto, y este es un motivo para sonreír y estar tranquilo.