¿Alguna vez habéis entrado a alguna habitación, despacho u oficina en el que no hubiera ventanas? Si la respuesta es afirmativa, ¿podéis recordar qué impresión os causó un hecho como tal? Si acaso no lo recordáis, ya lo hacemos nosotros: una impresión deplorable. Y es que la no existencia de ventanas en un lugar, por muy reducido que sea su tamaño, causa una horrible sensación de claustrofobia y de oscuridad de lo más pobre.
